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viernes, 30 de agosto de 2013

La Familia Helviana. El Asedio

El ataque sobre la familia Barrizynge’del’Armgo fue brutal, sorpresivo y masivo para la escala de la ciudad. Con la información que había obtenido de la débil hija de su antigua maestra, Jhaelxena tuvo la excusa para convencer no solo a su casa y a sus satélites de atacar a los traidores; sino para involucrar a las cinco casas principales en la operación para purgarla. Pero ella sabía que se lanzaría contra un enemigo poderoso, probado en combate y de gran capacidad. Como medida de seguridad, consiguió alienar a la rama femenina de la misma familia, por medio de amenazas, sobornos y reuniones privadas. Una vez que todas estuvieron de acuerdo, el ataque dio inicio a menos de tres días de haberse enterado del suceso
Pero este difería en mucho del llevado a cabo contra el templo de la Doncella Oscura. La rama militar de la familia del’Armgo era muy fuerte, dominada por los hombres. Por lo tanto la victoria debía provenir del matriarcado, de las mujeres que dominaban la sociedad, por el significado simbólico. Por eso ella evitó reunir a los oficiales de alto rango de la ciudad (Zeknarle incluido). Para la extrañeza de quienes se congregaron en torno al Patio de Armas de esta familia, la totalidad de los efectivos  más importantes eran todas mujeres. Nobles Hijas de todas de las familias dominantes, sacerdotisas que venían con sus esclavos, sus siervos, sus juguetes y sus mercenarios. Todas se reunieron en torno al enorme edificio, para iniciar el asedio una fría noche de invierno, el cual era evidente por del vapor que manaba de su respiración.

La resistencia fue mayor de la esperada. Los varones de la familia del’Armgo y las pocas mujeres que se quedaron a pelear a su lado brindaron una ejemplar demostración de armas que sorprendió a todos. Aunque poseían una abrumadora superioridad numérica, las murallas del edificio aguantaron toda la noche y buena parte de la mañana los embates de sus expugnadores. Sin embargo, a mediados de la mañana, los refuerzos llegaron de parte de la nueva familia en la ciudad. En la forma de Golems de Telarañas, los monstruos ignoraron el fuego que llovió sobre ellos y las numerosas saetas en su contra. Sus golpes certeros derribaron la entrada principal de la estructura y abrieron la brecha para que una combinación de magas, clérigas y guerreras ingresara al interior del Patio de Armas, que quedó perdido para los defensores.
Desde una distancia prudente Jhaelxena contemplaba el espectáculo. A su lado, un par de religiosas conservaban su cabeza baja y una rodilla en el piso. Luego de confirmar la brecha en las defensas, ella se volteó, colocó sus manos sobre los hombros de ambas y exclamó —Ardulintra… Zilvryne… Saben lo que tienes que hacer.
—Por supuesto, mi señora. Sabemos lo que tenemos que hacer. Confié en nosotras.
La religiosa dejó de sujetar a las mujeres en ese momento, ambas se pusieron de pie. La joven pareja de Zeknarle de inmediato tomó un medallón de las manos de su superiora y se montó en un enorme golem que la esperaba a unos pasos. Pero cuando Ardulintra quiso tomar el suyo, su madre lo retiró con recelo.
—¿Sabes perfectamente lo que sucederá si fallas de nuevo, Ardulintra?
La joven se tragó su temor, no respondió verbalmente pero su afirmación nerviosa provocó una sonrisa en su madre. Esta acaricio su cabello delicadamente, conservó su sonrisa, le entregó el medallón y reclamó
—¡No me decepciones!
—No lo haré, su ilustrísima.
La joven se acercó a paso apresurado el golem a unos pasos de ella, se colocó el símbolo en su pecho, le ordenó que la levantara en el aire y la montara sobre su hombro. Sujeta de un mechón de telarañas en la parte donde debería estar la oreja, ella señaló hacia el frente, por lo que su improvisada montura avanzó en esa dirección hacia la estructura.
La criatura avanzó entre la tropa de reserva, a los cuales ignoraba y de los cuales no le importaba su destino. Luego de localizar visualmente al golem de Zylvrine, la joven se sorprendió cuando una enorme bola de fuego lo impactó y lo prendió. Ella no se detuvo ante el espectáculo, tenía una misión que cumplir. Ella debía encontrar al elfo claro que luchaba en el interior del Patio de Armas. Debía encontrar al Maestro de Armas de la casa si quería que alguna vez su madre la perdonara por haber fallado en una de sus primeras pruebas de iniciación en el templo. Si no lo hacía, podía esperar la mesa de sacrificio como castigo por su ineptitud.

Al llegar a la puerta, ella ingresó motivada por la ira. Aunque tenía miedo, ella avanzó entre las saetas lanzadas en su contra, derribó a un par de guerreros que trataron de alcanzarla a través del golem (literalmente los pisó) mientras se abría camino hacia el centro del patio. Debía encontrar a ese sujeto; el que según su madre era el más malo, el más poderoso y el más imponente de todos los guerreros que podía imaginar. Pero, mientras ingresaba al patio, no pudo encontrar a alguien que respondiera a esa descripción.
Ella avanzó por entre los guerreros, religiosas y magos que la rodeaban, amigos y enemigos sin importar se apartaron o sucumbieron a su paso. Ella oteaba con indiferencia su alrededor. Debía, tenía que encontrar a la razón de su misión, al jefe de la casa y someterlo a la brevedad posible. Lo tenía que hacer por su bien, por el de su prestigio y el de su casa. Lo tenía que hacer para conservar la vida. Pero había muchos, muy buenos guerreros a su alrededor. Entre la maraña de peleadores que la rodeaban ¿cómo podría reconocer al principal guerrero de esta casa?
Mientras oteaba la batalla, ella fijo su atención en uno de los que combatían contra los soldados de su casa. El guerrero era desaliñado, vestía ropas sucias y raídas, pero mostró con una increíble habilidad al luchar con la espada. Ella abrió de más la boca, el terror y la ira la invadieron, porque el prodigio que observó después fue estremecedor. En un instante este desmembró a un guerrero ante su vista. Aunque se encontraba rodeado, su espada descuartizó el cuerpo de uno de sus rivales, arrancó la cabeza de un esclavo de un suspiro, para después introducir una daga escondida en una guerrera. Ella sólo conocía una persona que podía hacer eso. La causa de su pena y sufrimiento de los últimos meses.
¡Tú!
Ella sabía que no podía atacarlo de frente. A la señal de su mano la montura asesina  que gobernaba golpeo con su mano al guerrero, que salió disparado contra una de las paredes de los establos. Con otro gesto, ella obligó a su montura a avanzar descuidadamente. Aunque fue alcanzada por una saeta, ella no iba a permitir que una herida la alejara de su venganza, no le iba a permitir la oportunidad de recobrarse. El golem sujetó el cuerpo del guerrero con sus dos manos, lo mordió en el hombro y luego lo estrelló contra el techo de la estructura, lo que acabó por derrumbarla. Fuera de sí, ella ordenó a la enorme estructura que envolviera y sujetara al guerrero y la criatura volvió a morder en su hombro sano. Con los restos del establo que llovían a su alrededor, ella ignoró que había sido golpeada, que tenía una astilla clavada en su brazo. Cuando quedó completamente envuelto en un capullo, ella se deslizó por los brazos de su montura como si fuese un tobogán. Una vez en el piso, esgrimió una sonrisa de realización, sacó una daga de su cinto y lo amenazó.
—Maldito… Mi cuerpo y mi mente no han dejado de sufrir desde que me abandonaron en ese callejón. No tienes idea de lo que he esperado y rezado para hacerte pagar lo que me hicieron. Los hilos de la Gran Tejedora me han dado esta oportunidad de acabar contigo. Prepárate a morir en su nombre.
El joven elfo sangraba por las heridas en sus hombros y por la boca, le costaba respirar debido a la telaraña que lo envolvía. Pero su única respuesta fue cerrar los ojos con un gesto de paz. La muchacha sostuvo el puñal con furia, quiso usarlo en su contra, quiso acabar con su existencia y vengar la humillación que había sufrido en sus manos. Pero encontró que no podía hacerlo. Algo en su interior, una pequeña voz le susurraba que no debía acabar con su vida, no ahora.
Con un grito ahogado en su frustración, ella guardó el puñal en su cintura y golpeó el rostro del muchacho con su mano—: Oye, maldito… reconsideraré tu situación si me señalas cual de todos los imbéciles de esta casa es el Maestro de Armas Eorel.
—Pues… señorita… no puedo mentirle. Estoy a sus servicios.
La muchacha sintió un escalofrío que recorrió su cuerpo. Una mezcla de sensaciones confusas se apoderaron de su ser. Una parte incredulidad, una parte desazón, una parte sorpresa. Ella se imaginaba que el Maestro de Armas de la casa del’Armgo era un gigantesco ejemplar añejado por la experiencia y los años, curtido de cuerpo y alma por mil batallas. En su lugar, este joven escuálido reclamaba ese honor para sí mismo.
Incrédula, ella hizo lo único que podía hacer para confirmar su identidad. Si su madre estaba en lo correcto, él estaba disfrazado. Por esto sujetó el sombrero que parecía pegado a su cabeza y lo lanzó al piso. La piel del muchacho se comenzó a aclarar, lo que mostró ante sus ojos su verdadera apariencia. Su blanca tez, sus hermosos ojos azules y su cabello negro ceniza resaltaban en la oscuridad, como una luciérnaga fosforescente en medio de esa enorme cueva.
La muchacha acarició el rostro de su prisionero, asombrada, maravillada por la vista. Ella había escuchado las noticias y las historias de las expediciones a la superficie. Ella había escuchado las viejas historias de los sacrificios de elfos, de lo infames que eran, de lo injustos que eran. De cómo los primos débiles de los elfos oscuros les habían robado su merecido lugar al lado del Padre de todos los Elfos, su lugar en la superficie, su honor y su privilegio. Pero al tener a uno frente a ella, al contemplarlo por primera vez, no pudo evitar compararse con él y encontrar que no eran muy diferentes.
Ella se acercó su cara, se puso de puntillas y lo besó tiernamente. El gesto los hermanó por un corto instante, ignorantes de la muerte y la destrucción que los rodeaba. Ella se permitió dejar llevar por las sensaciones y emociones en el momento. Era similar a esa vez en el callejón. Él había sido quien le había robado su primer beso, aunque no quisiera admitirlo no había sido una sensación desagradable, y ella sabía que no volvería a tener esa oportunidad.
Ardulintra fue la primera en reaccionar. Lentamente, con los ojos parcialmente cerrados, se separó de él con una sonrisa. Después de esto escupio, se limpió la boca, transformo su gesto en uno enfermo y torcido, que acompañó con una bofetada.
—Esto es por el beso que me robaste, maldito.
Luego de escalar al golem, ella le ordenó a la enorme criatura que perforara la pared frente a ella con el prisionero en sus manos. Mientras luchaba por mantenerse en su hombro, la joven Ardulintra no podía esconder la satisfacción que sentía. Era la primera vez que salía en una misión oficial bajo el comando de su madre, había superado a su favorita y volvía con la presa solicitada, un tanto magullada pero intacta. La ilusión de su éxito provocó su deleite, mientras imaginaba los posibles honores con los que sería cubierta dada la forma en que había capturado al peligroso rival que su madre le había ordenado capturar. Y si movía bien sus cartas, quien sabe que otros honores podría recibir por su logro.
 Carlos "Somet" Molina
Ardulintra Elisana. Arte de Alex Palacios, tintas de Yohnan Montalban

14 comentarios:

  1. Esta fantástica familia sigue emocionándonos día a día. Te felicito por ello, amigo.

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    1. Muchas gracias Juan. Falta poco para el final, aunque podría ser muy duro para algunos lectores. Espero que te siga gustando.

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  2. Me gustó, lleno de emoción, imágenes visuales, quedando al filo de la silla esperando el siguiente capítulo, saludos!

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    1. Gracias Don Juan. Las próximas entregas se pondrán cada vez más oscuras, así que espero que acompañe el relato hasta ese momento. Nos escribimos.

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  3. Reconozco que voy a tener que leer los capítulos anteriores, porque es muy atractivo el relato. Las ilustraciones son muy acertadas, y la redacción posee una gran calidad. Te felicito, Carlos.

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    1. Siento que la revista y las críticas me han ayudado a evolucionar en mi redacción y estilo. Gracias por el tiempo Dioni, espero que la historia te guste (más lo que queda). Estamos en contacto.

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  4. Una historia diferente, original y fantàstica que envuelve y atrapa, felicitaciones.

    TRINA

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  5. me sigue atrapando poco a poco, cada vez me gusta más la energia que pones, enhorabuena, un abrazo

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    1. Bueno, la historia está a punto de entrar a un punto de no retorno. Me alegra que te haya enganchado y muchas gracias por tus palabras Jose.

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  6. ¡Me encanta el punto de vista metido en la acción que le has dado a la historia! De pronto vemos qué está sucediendo dentro de la escena de combate, de pronto vemos qué ve ...xena... Cómo mujeres y hombres más criaturas fantásticas batallan por igual, y lo ingenioso de los nombres y dibujos, todo muy distinto a lo que solemos ver. La historia de amor me recuerda irremediablemente a la de Victoria con Kirtash, en "Memorias de Idhún" de Laura G. García. Me ha gustafo, me ha transportado a ese lugar.

    Un abrazo

    María José Cabuchola Macario

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    1. Yo diría más bien lo que vería Calipso. La sociedad que inspira esta historia es una diseñada para los Reinos Olvidados por R.A. Salvatore, para un background de dos personajes. En este caso, los elfos oscuros son una sociedad matriarcal. No he tenido la oportunidad de leer "Memorias de Idhun", y pronto llegará a su punto de no retorno. Me alegra mucho que te haya gustado y esa reminiscencia. Estamos en contacto.

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  7. BRAVO! Juego de Tronos es un juego de niños al lado de lo tuyo!

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    1. Gracias por las palabras, Gontxu; pero todavía me hace falta el nivel de profundidad de G.R.R. Martin. Aunque quisiera llegar a su nivel, no lo niego. Gracias de nuevo.

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