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jueves, 29 de agosto de 2013

El metro de Madrid.




La ciudad esconde un mundo

debajo de la tierra,

Venecia de canales sin agua

surcados por pacificas ballenas.

Esta caverna, donde no sale el sol

y nunca hay luna llena,

cobija en sus entrañas

las doce tribus de Israel enteras:

Rockers, pijos, trendis, punks,

heavis, skins y bakalas

revueltos, en la diaria carrera,

con hip hoperos, neohippies,

skaters, góticos, frikis;

jonases autoinmolados

que pugnan por ser tragados,

albergados y expulsados,

(crudos, sin ser digeridos),

del vientre de la ballena.

Me sumerjo entre toda la gente,

mientras buscan mis pasos la salida

del laberinto de los cien conciertos,

y cabalgo la cima a la serpiente,

cuyo lomo de acero

transporta a la mesnada dócilmente.

El azote del viento

anuncia que llegamos a la entrada,

sésamo de la cueva

de la ciudad encantada.

La mano del recuerdo de mi padre

me sube la bufanda:

tápate la boquita,

no te me pongas mala”.
Luz Macías.

10 comentarios:

  1. La fauna humana de las grandes ciudades se concentran, a veces, en el Metro... Has sabido captarla y transmitirla. ¡Enhorabuena!

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    1. Perdona la tardanza en darte las gracias por tu comentario. Un beso de Luz

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  2. Una buena introducción de un estudio de comportamiento animal de la humanidad. Los espacios cerrados y públicos generalmente muestran lo peor (y sólo lo peor) de la convivencia humana. Muy bueno.

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  3. Cada vez que viajo a Madrid y tomo el metro, me invade una sensación parecida. Muy bien plasmada.

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    1. Gracias, Juan. Cariñosos saludos de Luz.

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  4. muy diámico, y me encantó la descripción realmente me trasladaste a Madrid. UN ABRAZO

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  5. la fauna siempre pululante mezclada y forzada a convivir, así son las grandes ciudades, excelentes me metáforas! Saludos!

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    1. Sí, todos nosotros pertenecemos a alguna tribu... Gracias por tu amable comentario, Juan.

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