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miércoles, 19 de junio de 2013

Presentación de "El Homo Transcendente", José Membrive. Ediciones Carena. Madrid. 18/06/2013.


Escribir es algo que siempre me ha dado mucho respeto, y más cuando se trata de hablar sobre la presentación de un libro, —que no solo está escrito por un amigo—, sino que también está escrito por un escritor de los que en mi modesta opinión, la palabra ESCRITOR, se puede escribir en mayúsculas y no a modo de "grito", sino porque su trayectoria profesional es merecedora de escribirlo de esa manera, e incluyo subrayado y en negrita. 

          Una vez más, —esta reportera indómita—, que cuando su presencia es requerida, acude a estos eventos; con la única ilusión de compartir esos momentos de felicidad, que la gran mayoría de las veces, ni el mejor de los escritores, tiene la osadía de plasmar.         

          Ya sabéis que no me considero escritora, —pese a que necesite escribir para sentirme viva—, pero siempre he pensado que todo lo que sale del corazón, es digno de ser respetado. Por lo que este reportaje, crónica, o como queráis llamarlo, aspira a ser merecedor de vuestro respeto.

          El acto tenía lugar en la Casa del Libro, en la Gran Vía, 29, a las 19:30.

          Esta "apasionada" de la literatura, durante unos instantes y por motivos que no da a lugar ser mencionados, dudó en ir; es más, mando un correo al autor, disculpándose porque no se sentía bien para acudir.  

          Pero una vez más, me vi en la tesitura de "el deber y el querer", como si de un miembro de la Casa Real, se tratara, que han de acudir con su mejor sonrisa, sin mostrar, que por dentro la tristeza les inunda.

          Después de haber mantenido unas palabras con Fernando Alonso Barahona, —que era el encargado de presentar el libro de José—, terminé por decidirme a ir a la presentación, en la que me habían invitado, y en la que quisiera creer que no solo por ser una mujer que defiende la literatura, sino también por esa relación de amistad entre el autor que presentaba su obra y servidora.

          Sobre las 18:30 ya estaba en la Casa del Libro, había quedado previamente con Fernando, —para conocer más al escritor—, e intercambiar unas palabras sobre este mundo, del que por momentos y cada vez más, me seduce sobremanera. 

          Tuve el honor de disfrutar de una de esas conversaciones en las que sientes la necesidad de que el tiempo se pare y absorber la experiencia de los que llevan más tiempo en el mundo de la literatura.  

          Me regaló un ejemplar de "La Restauración", que daré buena cuenta de la novela y os aseguro que veréis la reseña en la Revista, no doy fecha, pero lo haré. —Espero que algún día tenga la suerte de poder cubrir también el reportaje de una de sus presentaciones—.

          Cuando nos quisimos dar cuenta, quedaban 10 minutos para que la presentación de "El Homo Transcendente", comenzara. 

          Al llegar a la tercera planta de la Casa del Libro a lo lejos pude ver la mirada de un autor, que aún con toda la experiencia en su mochila particular, tenía el típico brillo que tanto me gusta y que solo se ve en las personas auténticas y sin ambages. 

          Si ya me sentía feliz, cuando Fernando, me regaló un ejemplar de un libro suyo; esta felicidad, se duplicó cuando José Membrive, hizo lo mismo. 

          Pido disculpas si entretuve al presentador, —me sentí morir— cuando al llegar parecía que nos estaban esperando.
 
          El acto empezó por unas sencillas palabras de Carmen que consiguió envolvernos en un ambiente tan familiar, como cercano; cediendo la palabra a Fernando, que con su buen hacer, su tono de voz, nos sedujo de tal forma, que solo el tic-tac de un osado reloj hizo que aterrizásemos al mundo real; un mundo, en el que un emocionado José Membrive, con la voz temblorosa —por las palabras de Fernando— y su Homo Transcendente, nos hizo ver que vivimos en una realidad irreal, en la cual, muy pocos son capaces de ver más allá de lo que tienen delante.

          Os aseguro que me ha costado mucho transcribir lo que ayer se vivió en la Casa del Libro, puesto que en ocasiones, —los sentimientos—, hacen que a ésta indómita reportera, le cueste ser parcial, ecuánime y profesional; y más cuando de una manera involuntaria y gracias a su nombre, EVA (Espiritualidad, Verdad, Amor), se sintiera como la madre de todos los que han de cambiar su vida, para lograr un mundo mejor.
 
Más fotos:
 

Hasta el próximo reportaje.

Salud y suerte. 

Eva Mª Maisanava Trobo

(Directora de La Revista de Todos)

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