Una revista de literatura, donde el amor por las letras sean capaces de abrir todas las fronteras. Exclusiva para mayores de edad.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Dios somos nosotros. 12. El Amor. Ediciones Carena

¿Existe realmente el Amor, o es otra de nuestras fantasías?

El Amor es la naturaleza de lo Absoluto.

Nada que tenga que ver con ninguna persona, y mucho menos con los demás. El Amor es pura Infinitud, Existencia pura.

El Amor no es una emoción que nos embarga, es un estado de existencia: o somos Amor, o no lo somos. Es un estado de Ser.

Algo que no se puede sentir, que hay que ser.

Ser Amor es lo mismo que ser pura Infinitud.


Siempre hemos creído que va a hacernos felices el hecho insignificante de que alguien nos quiera.

Lo hemos creído porque siempre nos ha parecido que el amor es algo que se tiene, que se da y se recibe, y siempre lo hemos confundido por el acto de encantamiento puramente biológico destinado a perpetuar la procreación de la especie. Un simple acto reflejo inducido por el área tegmental ventral del hemisferio izquierdo que se hiperactiva en la fase de enamoramiento, después que el área tegmental ventral del hemisferio derecho haya valorado el atractivo sexual de la pareja potencial.

El alma no está en el cerebro, entre otras razones, porque no existe. Ni la consciencia es un bioproducto del cerebro, porque es la consciencia la que contiene al cerebro y toda su actividad. Esto ya ha quedado claro. Lo que sí ocurre en el cerebro es la planificación sexual a la que obliga el instinto de conservación de la especie. Y lo que también ocurre en el cerebro es la manipulación de este instinto primordial, con el fin de obtener placer a todas horas y cuanto más y del modo más sofisticado y lujurioso, mejor. Y, para concluir, lo que también ocurre en el cerebro son las atávicas confusiones entre amor y deseo sexual, y entre placer sexual y felicidad.

Todo el mecanismo de la procreación ocurre en el cerebro. Un hecho necesario, pero banal y desprovisto de trascendencia.


Pero no, el Amor no tiene nada que ver con el sexo, ni se tiene, ni se da, ni se recibe. Ni se compra ni se vende.

Ni se alquila. Ni es algo que pueda usarse para manipular, para dominar, o para ejercer el poder. El Amor no es un acto de voluntad, ni nada que tenga que ver con el instinto. Ni siquiera un sentimiento capaz de aportar un argumento metafísico a la ancestral imposición de lo instintivo. Las iguanas copulan, pero no creen en el amor porque no piensan.

Paradójicamente, hasta ahora hemos venido confundiendo el amor con el egoísmo. Lo que se creía dar, por lo que se quería recibir. Un amor, pues, basado en la propia necesidad. Buscamos el amor porque somos dependientes. Lo cual, dicho sea de paso, constituye una de las ironías románticas más adorables que hemos fabricado. Una de las fantasías más poderosas que nos ha tenido subyugados desde que nacimos. Algo que es sinónimo de Libertad, lo utilizamos para esclavizarnos a causa de nuestra dependencia.

Ahora que todos los mitos van cayendo uno detrás del otro, hemos descubierto la esplendorosa evidencia de que para amar y sentirse amado hay que ser el Amor mismo.

Si somos Amor, amamos Todo y nos sentimos amados por Todo. Si no somos Amor, soñamos que algún día encontraremos el amor con otra persona y seremos felices, como hasta ahora.

Así pues, la Felicidad no es ninguna consecuencia de que alguien nos haga felices. No es consecuencia de nada. Felicidad es simplemente lo que somos al ser Amor.

¿Podemos ser Amor? Sí, es muy fácil. Ya lo somos.

Es lo que somos cuando somos nosotros mismos, lo Absoluto.

Es lo que siempre hemos sido aunque por ahora no seamos conscientes de ello: lo Absoluto no está para que un ego ilusorio le dé órdenes y le diga qué tiene que hacer.

Lo Absoluto está, los que no estamos somos nosotros.

Hasta ahora hemos creído que el amor era algo nuestro, un patrimonio que teníamos en nuestro interior, y que administrábamos de la manera que creíamos más oportuna. Normalmente, conscientes de ello o ignorándolo, una administración basada en dos pilares fundamentales: sexo y seguridad. Si alguien nos daba una de las dos cosas, o las dos cosas a la vez, le queríamos. Le queríamos sólo para nosotros, como uno de los objetos de nuestra propiedad. En lugar de querer de amar, querer de poseer. El verbo querer. Yo quiero, tú quieres, él quiere. Todos queremos. Poseer. Por esto el modelo actual de la pareja ya no se sostiene: cuando todos quieren poseer, nadie ama ni nadie posee. Para un ratito, lo justo para un roce apasionado, lo instintivo, el modelo funciona. Pero cuando comienza aquello tan romántico y demoledor del Serás mía, cariño, la cosa ya no se sostiene. Viene lo de Tu puta madre será tuya, mi amor.

Un proceso voluntario plagado de contradicciones que sólo puede generar una tempestad de sentimientos opuestos, emociones desgarradoras, y al final, sólo odio y agresividad. Soledad.


Del dominio controlador del ego no puede esperarse nada más.

Claro que le ponemos buena voluntad para que la cosa funcione, pero aquí estamos hablamos de qué es el Amor. La convivencia es otra cosa muy distinta. Un modelo que ciertamente aporta muchas satisfacciones, no hace falta decir, y ha sido el sistema instaurado desde hace milenios para asegurar la procreación de la especie: el cazador y la dueña del cazador. Aunque ahora se lleve más el modelo del cazador y la cazadora, resulta mucho más emocionante. Las cazadoras siempre han sido adorablemente feroces.

El Amor es un estado de ser, la convivencia un contrato.

La convivencia es un acto de voluntad, el Amor es Ser.

Ser Amor no tiene nada que ver con nada de lo que conocemos: es Libertad, Infinitud, Felicidad, las consecuencias de ser Todo.

Una convivencia sin dependencias de ningún tipo, sin dualidades, sin nadie que mande ni nadie que obedezca, sin nadie que dé ni nadie que reciba, dos cuerpos que son la misma Infinitud, fuera del espacio y del tiempo, en un estado de permanente Felicidad. Ya no hay dos personas que quieren amarse y la mayoría de las veces no lo consiguen, aunque lo intenten con la mejor de las voluntades. Dos personas que atraviesan tempestades y disfrutan de maravillosos amaneceres de gloria, momentos de un sol refulgente y otros de una densa oscuridad: en el Amor no hay dos personas, ni siquiera una, hay Todo. Ya no puede haber convivencia, sólo hay coincidencia.

En el seno de este Todo solo hay Felicidad. La Felicidad.

Ser Felicidad quiere decir ser feliz cada segundo del día, un ahora interminable, sin necesidad de nada ni de nadie, ni siquiera de ti mismo. Una felicidad profunda, inmensa, permanente.

Hemos crecido con la peregrina idea de que alguien iba a hacernos felices, el sentido de la unión con otra persona era aportarnos mutuamente la felicidad que nos faltaba. Después vimos que la felicidad había que tenerla, y que una convivencia armoniosa consiste en compartir lo que ya se tiene con una voluntad colaboradora y creativa, con interés, con un empeño diario de mantenimiento.

La gente sabe pero no tiene criterio, desconoce que el amor es un trabajo, es una labor artesanal.

El enamoramiento es encontrarse a sí mismo fuera de sí mismo, es la forma más sublime del amor, es una emoción con tres raíces fundamentales: la admiración, la atracción física y psicológica, y la necesidad de compartir el tiempo.

Enamorarse es hipotecarse con la otra persona. Decir «te amo» es decir «te necesito, estás dentro de mi cabeza».

El amor más sano es el que reúne sus siete factores: es un sentimiento, es tendencia sexual, necesita de unas creencias, es un acto de la voluntad, tiene que ver con la inteligencia, es compromiso y es dinámico, nos explica en una entrevista el Dr. Enrique Rojas, especialista en Psiquiatría y Psicología médica.[1]


Pero van pasando los años y no somos felices.

«Me gustaría haber sido más feliz», es uno de los arrepentimientos expresados con mayor frecuencia por los moribundos que prefirieron engañarse a sí mismos y continuar con unas existencias en las que no eran felices, en lugar luchar contra todos los miedos y cambiar de vida, nos cuenta Bonnie Ware, investigadora de enfermos terminales.[2]

La realidad es muy simple: el Amor y la Felicidad no son patrimonios personales que administramos a voluntad, son estados de Ser, algo que somos.

Exactamente, lo que somos. O no somos.

Llega un momento en que ya no queda nadie que sea feliz, queda una Felicidad que no tiene nadie que la tenga: Es

Aquél que se preguntaba a menudo si era o no feliz, y evaluaba con precisión la respuesta, ya no está. Ahora sólo queda Felicidad.

Una Felicidad que no opina sobre su propia condición, se limita a Ser, pero no a ser feliz: a ser Felicidad.

¿Y por qué no lo hemos realizado todavía?

Porque aún no nos lo han enseñado.

Nos han educado bastante mal, esa es la pura verdad.

La armonía entre mente y corazón, entre pensar y sentir, el equilibrio entre cabeza y corazón, dicen muchos. Qué romántico.

Como si el ego estuviera para cuentos chinos.


Amaos los unos a los otros, como yo os he amado.[3]

Ya deja bien claro que hay que añadir algo más, partir de un estado de Ser que todavía se desconoce, sin el cual la sentencia se convierte necesariamente en una sugerencia imposible.

No podremos amar a los otros hasta que seamos Amor. Y cuando seamos Amor ya no existirán otros a quien amar: todo será el mismo océano de Amor. Una auténtica delicia.

Muchos dirán que hablar de ser Amor no es ser romántico, es estar como una cabra. Sólo lo dirán los que tienen miedo.

Que no somos felices lo sabemos de sobra, pero todavía no tenemos ni la menor idea de en qué consiste ser Amor.

¿Cómo puede ser refutada una teoría si no podemos comprobar sus predicciones?, se pregunta el inefable Karl Popper.[4]




1. ABC Sociedad / PSIQUIATRA. Enrique Rojas: «Hay epidemia de rupturas porque el amor hace falta trabajarlo» A. García / Madrid. 14/08/2011.

2.
Regrets of the dying. Bonnie Ware. Amazon.com

3.
Jesús de Nazaret. Juan 13.34

4. Karl Raimund Popper (
Viena 1902 - Londres 1994) Filósofo, Sociólogo y teórico de la Ciencia.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Escrito por:
Jorge Bas Vall
 

12 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho porque plantea algo importante ¿esite o no existe? ¿es algo real o producto de nuestra imaginación? Mi opinión, es que el amor lo llevamos nosotros dentro, es algo inato, al igual que es inato odiar, dos contrapuntos que se repelen, pero ya se sabe que del amor al odio solo hay un paso, porque simplemente está ahí en nosotros....interesante tu escrito...feliz día, un saludo.

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    1. Muchas gracias, Manuela. Lo único que llevamos dentro es una mente cuya naturaleza es oscilar entre los contrarios. El amor que se contrapone al odio no es amor de ninguna clase, es simplemente una actitud mental. El Amor es lo que somos cuando hemos realizado nuestra naturaleza infinita. El Amor no es uan actitud: es un estado de SER.
      "La mente ha creado el ego porque necesita dividir y aislar, no comprende la unidad. Ha separado al sujeto que percibe y al objeto de percepción. Su manera de conocer algo es colocarlo en relación con su opuesto. Lo primero ha sido contraponer el sujeto con el objeto. Un universo dual en el que todo son opuestos: el famoso árbol del bien y del mal, de lo correcto y lo incorrecto, de la humildad y la soberbia, de la paciencia y la impaciencia, de la sabiduría y la ignorancia, de la soberanía y la esclavitud, de la Luz y la Oscuridad. Naturalmente, un mundo polarizado de opuestos mutuamente excluyentes, en el que primero se analiza y fragmenta, y luego se discrimina y excluye.
      Un universo desde donde sólo es posible comprender lo conocido, lo lógico, lo mesurado, lo limitado, lo cuantificable, lo divisible, lo posible, lo temporal, y lo perecedero. Lo ilusorio, al fin.
      ¿Y lo imposible, lo infinito, lo absoluto, lo eterno?
      Para unos simplemente no existe. Para otros existe, pero sólo podemos creer en su existencia con un acto de voluntad: la Fe.
      Un panorama mediocre y bastante mal augurado.
      Ha llegado la hora de que salgamos de la pantalla donde se está proyectando esta aburridísima película en blanco y negro." DIOS SOMOS NOSOTROS. Ediciones Carena

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  2. Difícil cometido el que expones, llegar a esa conclusión inexorable es muy complicado para este mundo nuestro, donde el individuo prioriza sus posesiones, donde todo vale, donde al desconcierto de la lujuria se confunde con el "amor", donde la idea romántica del "amor" es ¡tan efímera! Si algún día llegáramos a tener conciencia "que somos amor", tendríamos en nuestras manos el única "arma" capaz de acabar con las guerras, las injusticias, el odio, los maltratos,.....
    Una muy buena disertación. Un saludo

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    1. Muchas gracias, Angustias. Lo "complicado" es saber cuál es nuestra verdadera naturaleza más allá de la ficción que hemos construido acerca de nosotros mismos...
      Una ficción que desde luego incluye todos los romanticismos efímeros... Nunca podremos "tener consciencia de ser amor" porque SER AMOR únicamente es SER, y el SER no es consciente de sí mismo: ES, simplemente.
      Con cariño.

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  3. filosofía pura sobre el amor, difícil de describir con palabras, muy bueno.

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    1. Muchas gracias, Nuria. Las palabras se van quedando atrás como único patrimonio de los animales racionales... Dentro de nada VIVIREMOS más allá de las palabras... Nada que sea verdadero puede describirse con palabras porque NO es ninguna idea... Sólo pueden describirse las ideas... El AMOR no es ninguna idea, es un estado de SER. O somos AMOR, o nos tenemos que quedar con una miseria...
      Hay un dicho hindú muy insolente que siempre me ha emocionado: "Lo que puede pensarse no existe..." Antes no lo entendía, pero ahora lo encuentro simplemente genial..., y verdadero.

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  4. Todo quehacer humano tiene distintas vertientes y multitud de aristas. Ésta es la filosófica y la existencial. También me gusta.

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    1. Muchas gracias, Faustino. A mí me encanta el quehacer humano porque lo veo exactamente igual que la gotas de agua que caen del cielo los días de lluvia, se van arremolinando
      entre grietas y cañadas, avanzan furiosas como torrentes impetuosos por peñas y acantilados, van serenándose por los meandros de la llanura, y desembocan gloriosas en el ancho mar... Han llegado inexorablemente a la plenitud donde tenían que llegar. Los humanos vamos sintetizando en nuestro quehacer hasta alcanzar la VERDAD. ¿Que todo es relativo? Sí, pero sólo mientras se avanza hacia el ancho mar.... Saludos cordiales.

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  5. El amor, como la mayoría de los sentimientos, es un ejercicio abstracto. Como seres humanos sabemos que está allí, pero no podemos tocarlo ni sentirlo. Se construye a través de las interrelaciones y se nutre de ellas. Pero en la verdad, cada individuo tira para su propio camino y la combinación de objetivos es lo que forma la relación más estable. Gracias por el relato Jorge.

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    1. Muchas gracias por tu comentario, Carlos. El libro propone el AMOR como un estado de SER, algo infinitamente alejado de lo que venimos llamando "sentimientos", y sólo son posturas mentales que no paran de amargarnos la vida. Tus palabras describen claramente que intuyes en profundidad la auténtica naturaleza del Amor, al mismo tiempo que admites la evidente imposibilidad de captarlo desde el ámbito racional. Este es el primer paso: no nos convence porque no es lo verdadero. ¿Dónde se halla, pues, la llave del tesoro? En nosotros: nuestra verdadera naturaleza es SER AMOR.

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  6. Interesante reflexión filosófica sobre el amor

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    1. Muchas gracias por tu comentario, Juan.
      Te remito a los comentarios y respuestas anteriores.Saludos

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