Una revista de literatura, donde el amor por las letras sean capaces de abrir todas las fronteras. Exclusiva para mayores de edad.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Recuerdos

   Estábamos impacientes esperando la llegada del tren, mi hermano y yo sentados en un escalón del andén, era como nuestra segunda casa, mi querido padre era factor de circulación de una bella estación, pequeña, da igual el nombre o la ubicación, era de esas estaciones que había a lo largo de la red ferroviaria de España, allá entre los años mil novecientos cincuenta y seis y mil novecientos sesenta y cinco, en ese tren tan esperado llegaría mi abuelo, era ya Navidad y siempre por estas fechas esperábamos su llegada, nunca decía el día que llegaría para así mantener la ilusión días tras día, era uno de esos días en los que esperábamos impacientes la llegada del correo, como así se le nombraba al tren de pasajeros de la mañana, en la escuela ya nos había dado las vacaciones de Navidad, disfrutamos de estos días de ocio y de libertad, los dedicábamos al entretenimientos y juegos.  
 
   Transcurría malos tiempos, había miserias y los niños carecían de lo más necesario, pero mi hermano y yo éramos felices, quizás porque nuestras pequeñas mentes no alcanzaban a darse cuenta de nuestras carencias, no había ni televisión ni radio, no porque no existiesen, sino porque era un lujo para las mayorías de las familias de mi pueblo, como otros tanto pueblos de la España rural de entonces.
 
   Felices vimos llegar el tren, nos pusimos en pie para ver cuantas personas bajaban al andén, una señora con un niño pequeño, un hombre con una gabardina y  a continuación, un señor con traje y sombrero, maleta y bastón en mano, ese era mi abuelo, saltamos de alegría, toda una algarabía formamos a su alrededor, mi hermano le cogió la maleta y yo del brazo, le dimos besos y abrazos, mi padre salió al andén para saludarlo y seguir trabajando, dar de nuevo salida al tren para que continuara con su trayecto; así nos fuimos hacía la casa, donde nos esperaba mi madre.
 
   Preguntamos, indagamos, investigamos para saber que de nuevo, además de ropa, encerraba la maleta, siempre nos guardaba entre sus ropas chucherías y regalos, era Navidad todo los sabíamos, no teníamos muchas ocasiones a lo largo del año para tener regalos, este día era muy especial, no solo por lo regalos, sino porque era Noche Buena,  se cenaba temprano porque luego había que ir a la misa del Gallo, intentábamos que mi abuelo nos diera los regalos, pero nunca lo hacía antes de la misa del Gallo.
 
   Mi madre en la cocina preparando la cena de noche buena, cosas sencillas que merecían la pena, caldo y una gallina en pepitoria, delicioso postre hecho en el horno de carbón, todos en la mesas rezamos una oración como agradecimiento a nuestro niño Dios.
 
   Hacía una noche muy fría pero nos abrigamos y fuimos todos a la misa, rezamos, cantamos, le dimos un beso al niño y el cura nos dio la bendición y de vuelta a casa, sentados al lado de la chimenea, al calor del fuego; ya es hora, dijo mi abuelo, de abrir la maleta para sacar el pijama y un pañuelo, tengo mucho sueño me voy a la cama, como siempre distraído tiró el pijama al suelo y debajo salió un regalo, ¡esto es magia! ¿Pero que es? Dijo, empezamos a dar saltos, pero tiene un nombre puesto, este es para tú hermano, nerviosa estaba de tanto esperar y de la manga salió de nuevo otro más y este lleva tu nombre, dijo mi abuelo, cogí mi regalo y con devoción lo abrí para así no romper el papel de colores, luego lo utilizaría para forrar algún libro, me encontré con el mejor de los regalos, unos caramelos,  una caja de acuarelas, un cuaderno y un cuento, ahí comenzó todo, desde entonces pude pintar y contar como es la Navidad. 

 








Manuela Carrión

10 comentarios:

  1. Es muy bonito, el costumbrismo sencillo a veces es el mejor regalo

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    1. Gracias Juan por tus palabras, es cierto lo que dices, pero esta historia no es inventada, es real, es de mi infancia. Feliz Navidad.

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  2. Es una buena reflexión sobre un momento de la vida. El costumbrismo debe ser manejado de esta forma, no sin los adornos que ha adquirido con el tiempo. Gracias por el relato, Manuela!

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    1. Muchas gracias Carlos por tu aportación, siento no haber contestdo antes, pero con estos de las fiestas, he estado con la familia y poco alejada de estos medios....un saludo.

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  3. Amiga Manuela: Al leer tu relato me vienen a la memoria aquellos tiempos, que por suerte quedan muy, pero que muy atrás, cosa que al haber conocido aquellas circunstancia y peores, porque soy bastante más mayor que tú, me satisface que estemos donde estamos; y que haya quien como tú las saque a la luz para desempolvarlas, mal que les pese a algunos, con esa sencillez que lo haces...
    Siempre por la Navidad
    fueron y son unas fechas,
    que la hermandad y el amor
    brotan con esfervescencia.
    Grandes distacias se hacen
    y no importa como hacerlas,
    para unirse las familias
    a celebrar esta FIESTAS...
    ********
    ****
    Manuel MEJÍA SÁNCHEZ-CAMBRONERO

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    1. Llevas mucha razón Manuel, creo que se ha perdido un poco o un mucho el sentido de esta fiesta, que en realidad no era de consumo, sino consistia en reunir a la familia para estar todos juntos, con lo poco que hubiera, todos aportaban algo y se compartia mucho...esos tiempos solo quedan en el recuerdo...gracias por tu aportación y un abrazo.

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  4. Así Manuela, es como pienso en los pueblos en tiempos de la Navidad. Un hombre de ciudad como yo, no tiene muchas ocasiones en las que recrear estos días, dentro de la piel de sus habitantes. Gracias por mostrármelo.
    Muchas felicidades Manuela

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    1. Gracias Faustino por tu comentario, creo que en los pueblos se vive la navidad o se vivía de otra manera, más entrañable, más cercana, más familiar y menos comercial....gracias y un abrazo.

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  5. Remontarse a la enriquecedora etapa de ver a nuestros padres y abuelos como parte indispensable de esas particulares celebraciones sin importar mucho las condiciones. El punto era disfrutar a nuestros familiares y el encanto de la Navidad.
    Bella narración Manuela.

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    1. Gracias Hugo por tu opinión, eran tiempos en los que los abuelos formaban o formabamos, porque yo ya soy abuela, parte de toda la familia, ahora los mayores se relegan a un segundo plano y se ha perdido realmente el espirítu navideño, en estos tiempos la navidad parece una fiesta más comercial que otra cosa...gracias y un saludo.

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