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viernes, 21 de diciembre de 2012

Algo, mágico y luminoso.

 
 
El ángel rubio y asexuado, descabalgó de su soberbia montura con un felino salto. El corcel de piel nívea que le había traído hasta aquí, resoplaba nervioso y excitado, fruto del rápido descenso realizado desde las remotas alturas.
 
Al poner pie a tierra, perfiló una sonrisa de las consideradas perfectas y al tiempo que nos la regalaba, fue tocando y al mismo tiempo, sin llegar a tocar, una por una las cabezas de aquellos mudos testigos que le contemplábamos completamente extasiados.

Nunca se había visto nada igual. Todo a su alrededor irradiaba grandes dosis de alegría y extrema felicidad. La Navidad tiene eso.

La hierba reverdecía a su paso, y la gente, en ese estado emocional que todo lo puede, transitaba por los alrededores como flotando en una nube algodonosa, como tocada por una varita invisible que hacía levitar su ánimo.

El contacto invisible de la mano del ángel, incrementaba el intenso placer que todos sentían, por poder contemplar desde tan cerca a quién había traído esa portentosa dicha.

Los habitantes de esa tierra elegida, entrelazaban los dedos de sus manos y bailaban sin ningún freno, girando su cuerpo a velocidad de vértigo, envolviendo con sus círculos a la pléyade de niños que asistía, como público absolutamente entregado a la causa, a la inesperada fiesta.

Los más pequeños que allí se encontraban, hallábanse entremezclados sin ningún miedo ni pudor con los adolescentes, dando todos ellos ruidosas palmadas al ritmo que marcaban los saltos y las cabriolas de los adultos.

El ángel, caminaba rebosante de gozo y displicencia, satisfecho por lo que allí observaba, y lanzaba por ello, como fruto del el enorme placer interior que le invadía, ceremoniosos saludos y prolijas bendiciones, con el anverso de sus manos vueltas hacia el cielo.

La luz, entretanto, en el ocaso de su luminiscencia, se colaba por los resquicios de las nubes, en poderosos y rectilíneos haces brillantes que aterrizaban suavemente, en el verde tapiz de la tierra, y resultaba ésta, suficientemente clara e intensa, más no cegaba ni perturbaba la mirada de los humanos, que levantaban la vista hacia ellos sin necesidad de entornar los párpados.

Se respiraba felicidad en la epidermis del entorno, en los poros de la multitudinaria fiesta, complacencia y sosiego a partes iguales.

El color vainilla, después del verde, lo inundaba todo. La ornamentación final de los trajes vaporosos que portaban las mujeres, se veía coronada en su parte superior, por una guirnalda de flores frescas, enlazadas entre sí por unas estrechas ramitas de árboles desconocidos, mientras que en las partes centrales e inferiores de las túnicas, ceñían los cuerpos, cinturones de piel vuelta y adornos de seda, realzando aún más si cabe, la sensación de liviandad y pureza, la misma que había regalado el ángel con su llegada, a los anchos corazones de los allí presentes.

Ahora, sólo faltaba que llegase la hora señalada, que la luz de la estrella guía quedase focalizada en el lugar pactado y estipulado cuando cayera la  noche, en el emplazamiento en el que el niño de dorados cabellos y faz sonrosada, el del pequeño tamaño y menor edad aún, habría accedido, sin provocar ningún ruido, a este mundo tan inhóspito, con el ánimo de regalar esperanzas y sueños, aquello que todos siempre hemos demandado.

Aunque, nada de eso tan suplicado y deseado, podrá jamás garantizarlo el niño, tampoco, avalarse ni firmarse en documento alguno. Ni siquiera, en honor de aquellos que celebraban voluntariosos el hecho, ni en el de los que no sabían nada del por qué, del acontecimiento conmemorado, por no hablar de los más extensos en número, el de aquellos que no le otorgan al milagro la más mínima credibilidad.

Sea como fuere, da lo mismo el sentimiento, pues lo más importante siempre será la actitud, la limpieza de nuestra mirada al frente y el enfoque que realicemos de nosotros mismos, para con nuestra existencia y para con la de los demás.

No podemos permitirnos perder ni por asomo, un ápice de esperanza. Ese es el espíritu que debe presidir la celebración de la Navidad.
 


















Faustino Cuadrado

11 comentarios:

  1. La sencillez del relato, permite bucear en el mundo luminoso de los sentimientos del autor. Prístino. Casi como si él se hubiese podido meter en el alma de las mujeres que sostenemos la celebración del nacimiento de Jesús, describe nuestros propios sentimientos y procura expandirlo hacia todos. Me provoca decirle: Gracias. Me gustó mucho.

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    1. Ana, es un placer leer tu comentario. Gracias por ser tan generosa en tu opinión. Siempre pienso en las mujeres y en todo lo que el mundo y la historia les debe. Hasta en el universo de las fábulas y los mitos tienen un lugar preferente. Confío en que estas fechas, nos ayuden a entendernos mucho mejor los unos con los otros. Yo ya he empezado a preocuparme en hacerlo mejor

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  2. La esperanza es lo último que debemos perder. Sin ella nuestra vida no tendría sentido y entraríamos en una espiral de melancolía y frustración peligrosa. Busquemos algo o a alguien que nos haga sentir siempre esperanzados hacia el futuro, ese futuro tan incierto que ahora nos rodea. FELIZ NAVIDAD.

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    1. Y que no nos falte nunca esa esperanza.
      Nos podrá faltar el dinero, el trabajo y hasta el amor, pero no deberemos desesperar porque a la vuelta de la esquina, podremos chocarnos sin quererlo, con cualquiera de estas cuestiones. Ahora bien, pero con la esperanza perdida no habrá ningún encuentro posible, porque su pérdida y ausencia dentro de nosotros, hará que nunca doblemos la esquina.

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  3. Actitud y la limpieza de nuestra mirada al frente. "Muy bella descripción Faustino"
    Como cambiaría el mundo con esa sencilla mirada que tan bien describes en tu relato.
    !Feliz Navidad!

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  4. Gracias Mª Carmen por regalarme tu opinión. Coincido con ella plenamente, qué bien nos iría hacer un poco mejor las cosas que hacemos.
    ¡Feliz Navidad! y que no haya ningún deseo personal en estos días, pendiente de cumplirse.

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  5. Como anima leer estos relatos a final de este año tan difícil. Gracias Faustino por las palabras de reflexión. Ahora que algunos andamos cabizbajos siempre es bueno que alguien nos recuerde levantar la cabeza con ánimo. Gracias!

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    1. Ánimo Carlos. Te ofrezco el mismo empujón anímico que un día me ofertaron a mi. Este año que empieza, será mucho mejor, no lo dudes, y continuo pensando que cada uno de nosotros, afrontaremos estas fechas de la manera que mejor entendemos, con la que coincidirá nuestra mayor motivación.
      Que los hados te sean benignos, amigo mío.

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  6. Esperanza... en estas Navidades donde pecamos más de ciudadanos globales olvidados de lo verdaderamente especial, esa palabra se vuelve un regalo inmenso. Gracias por brindarla en una relato tan reflexivo y autocrítico.

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    1. Gracias Caliope. Haremos bien si aprendemos de nuestros errores y aplicamos otras estrategias que seguro funcionan.

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  7. BUEN CONSEJOPARA ESTA NAVIDAD, AUNQUE MI COMENTARIO LLEGUE TARDE.

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