Una revista de literatura, donde el amor por las letras sean capaces de abrir todas las fronteras. Exclusiva para mayores de edad.

jueves, 22 de noviembre de 2012

La Revista se prepara para la edición, "Especial Navidad"


 
 
   La Revista de Todos, se va a tomar un descanso, creo que merecido.
 
   Cómo era habitual en nuestra manera de trabajar, publicábamos cada 15 días, por lo que el próximo 6 de Diciembre sería cuando hubiésemos publicado.
 
   Pero en este caso y con motivo de las Navidades, queremos hacer un "Especial Navidad" para el día 22 de Diciembre.
 
   Os invito a todos los que leáis esto, a participar escribiendo, ¿cómo?
 
   Me da igual lo que queráis escribir, el único requisito que pido es que hagáis mención a la palabra "Navidad". Ya estoy teniendo la respuesta de escritores que os sorprenderán y realmente me hace feliz, saber que puedo contar con ellos.
 
   Si lees esto y quieres participar, envíame tu texto en Word, mínimo un folio, máximo 5, con una foto que te haya inspirado el relato, y así la podré usar para realizar el vídeo.
 
   Me lo tienes que enviar a esta dirección el_rincon_de_eva@hotmail.com
 
   A más tardar y para que a mí me de tiempo a realizar mi relato y el vídeo, tendría que tener todas las aportaciones, antes del día 15 de Diciembre.
 
   Y como no podía ser de otra forma, una vez más mi compañero de viajes, Joperpul, nos ha regalado una melodía que hará que el video sea precioso, estoy segura de que os emocionaréis.
 
¡¡Cuento con vosotros!!
 

 

 
 
 
 
 
 
Salud y suerte
Un saludo
Eva

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Más que un camino


Me gusta el sol

cuando acaricia la orilla

y se desparrama sobre las olas

y parece irse, pero siempre regresa.
 

Me gusta verte reír

con ojos serenos,

ojos que no parecen temer

las penas del porvenir.
 

Me gusta saber

que tanta vida nos une

tantas caras, tantos cielos

y tantas noches de silencio.
 

Porque nuestra vida

es mucho más que un camino,

es un camino de idas y regresos

y abismos y valles y remansos.
 

Y sé que puedo andar

estos andares postergados

que el tiempo insiste

en poner frente a mí paso.
 

Sé que puedo ansiar

el calor de tu abrazo

agitando mi alma cada mañana,

empujando mi aliento.
 

Y sé que puedo,

sé que puedo con todo

mientras todavía estés ahí,

mientras tan solo roces mi mano.
 

Porque nuestra vida

es mucho más que un camino,

es una ruta de bosques y de arenas

y soles y lunas y estrellas.
 

 
(c) Jorge Camacho

Navidad Olvidada

          Caminé por la calle chocando con miles de caras que se cruzaban, miles de paquetes y bolsas de regalos, miles de adornos, el tránsito insoportable, el ir y venir acelerado de un montón de vidas que pasaban entre la euforia y el conglomerado de emociones inconclusas que se contradecían a si mismas. 

          Miré los rostros y no vi la alegría del momento, o la entrega real a un “algo” que no fuera el pasatiempo comercial de una navidad llena de las luces rimbombantes tan alejadas de ese viejo establo de hace más de dos mil, choqué con alguien y mis bolsas cayeron manchando alguna de las cajas con el consiguiente grito rabioso y el intercambio estridente de palabras de las que en su momento no me arrepentí. ¿Debía? 

          Esta Navidad estaba harta de esas películas cursis de un Santa Claus barbudo con su “jo-jo-jo”, paradójicamente había comprado más regalos que nunca, había leído “Un cuento de Navidad” unas diez veces y había cruzado esa línea invisible entre la culpabilidad y la redención, línea oscura diría yo, línea ambigua también, línea al fin, que recordaba ese maldito AHORA descompaginado de un ANTES que había dejado la huella profunda donde pensábamos que todo estaba tranquilamente bien. 

          Me pregunté esa mañana porque el auto no había arrancado, porqué había olvidado hacer los encargos antes, porqué la señora de la limpieza no vendría, porque estaba al borde de una histeria insoportable, y tampoco supe qué me hacía de repente tantas consultas enmascarando la “insoportable levedad del ser”. 

          No quedaba más que caminar despacio, haciendo equilibrio con los paquetes sobre el hielo resbaloso, soportando el frío y el viento helado que me recordaba porqué odiaba tanto el invierno en la navidad y ahí estaba, vi la puerta cerrada y pintada del desvaído color del olvido, y el mundo se desmoronó de repente. ¿Cómo volver atrás cuando el tiempo es sólo una medida de nuestra estupidez? 

          No soporté y dejé resbalar las lágrimas sobre un rostro que siempre había sido lo suficientemente duro para nunca traslucir nada más que la hueca satisfacción de llegar a las metas que tenían el signo dólar impreso. 

          Alguien abrió cuando golpeé la puerta en un ruego callado pidiendo perdón, y me ayudó a atravesar el pasillo estirando la tortura de ver lo que no era sino la cosecha de miles de navidades perdidas, corriendo detrás del reloj, sumando tarjetas y regalos caros enviados por correo, sin una sencilla y afectuosa mano amiga que estrechar, “su” mano, la mano que me había alimentado de niño, que había curado mis heridas tras las miles de caídas, que había trabajado a sol y sombra sin olvidar nunca palmear mi espalda en la noche antes de dormir.
 

-       Por favor no la atosigue, recuerde, un saludo, un Feliz Navidad, nada de apuros ni de emociones fuertes, no sabe quien eres, no te recuerda…
 

           La vi sentada en su sillón especial, con los cabellos plateados acomodados en su peinado de siempre y me acerqué lento, sabiendo que me dolería más su mirada perdida y curiosa que toda la culpa que sentía por dejarla allí, pasé de largo cuando vi que ni siquiera me miraba y me vestí en la habitación de al lado: traje rojo, panza inventada, barba de algodón…
 

-        ¡Feliz Navidad señoras! ¡Jo jo jo!
 

          Y mi alma cambió, la luz del establo se dejó ver detrás de sus ojos, en un brillo que me devolvió mi propia fe.

 

-       ¡Mi hijo! ¡Cómo me gustaría que mi hijo estuviera aquí! Él amaba a Santa Claus y siempre me abrazaba en Navidad, decía que era lo único que podía regalar…
 

          Mi alma se quebró, y todas las explicaciones de los médicos, de un Alzheimer progresivo que devoraba de adelante hacia atrás… de ese maldito gen que despertaba y que le había hecho olvidarme, “Ella” me recordó y pensó en mi para alegrarme.
 

          Lloré debajo de la barba blanca, la senté en mis rodillas y la llené de regalos, le canté villancicos y la oí reír, y entendí que la Navidad también me estaba dando un regalo a mí, devolviéndome el tiempo que yo mismo perdí.
 

 

Caliope

Ráfagas de amor


Ráfagas de amor
 
Que corrientes me trae el viento…
Donde la rama se halla
Sin pájaro que canta
Ni nido sin retama
Que el instinto de la naturaleza
Es mi confuso laberinto
Y de esas desnudeces de peñas
Que te arrastran y despeñas.
Ya quedándome con este horizonte
Donde hallé el transmonte,
Que yo, sin más camino
Que el que me da las leyes del destino…
Que elocuente y desesperada
Me encuentro, bajaré
La cabeza abnegada
Si de ti saliese una palabra,
No escrita, sino hablada,
Pues con sangre se escribe
Las dicha del amor que relabras
Y a penas llega, cuando llega…
Más ¿Dónde hallo una piedad ciega?
Que en el consuelo de verme amada
Siempre transfiere el deseo
Más allá de los sueños y anclada
Yace la fiera que llevo dentro…
Pues huir no podemos
De nuestros pensamientos
¿Cómo es castigarme sin tu aliento,
Sin tu amor y sin sentimientos?
No es sino un triste vivir ¡ay de mí!
Que en estas primaveras frías
Creo oír tus melancolías…
Tus letras pudieron enternecerme,
Tus ausencias suspenderme
Y el amor ¡Ay….el amor! Tumbarme…
 
 
Manuela Carrión
Registrado en SafeCreative

Alcancía


  
Alcancía
 
Tengo tantas cosas que escribirte
tantas palabras bellas para decirte 
y tantos deseos de amarte...
 
Guardo todos los días
un poco más de ilusiones
en esta vieja alcancía
que está llena de emociones.
 
Tengo una caricia
que aún no ha nacido
para que algún día
la compartas conmigo.
 
Guardo miradas
distintas a cualquier otra
porque serán creadas
en tu boca, en mi boca.
 
Tengo esperanzas, muchas por cierto,
guardo un beso infinito,
tengo un concierto de besos .
Guardo aquí para ti
todo mi universo.
 
 
                                                                                                             Vanesa Insaurralde.

El dulce pastel de Domingo


                                                             Premio Símbolo PAN, 1992
                                                             La Solana (Ciudad Real)
 

EL DULCE PASTEL

DE DOMINGO
                                                               
                                                          
Por una mirada, un mundo;

por una sonrisa, un cielo;

por un beso…,¡yo no sé

qué te diera por un beso!

Gustavo Adolfo BECQUER
 
                                                

A Domingo (Pintor manchego)
 

ZAGUAN


EMBRIAGADO POR TU TEMA
 

Domingo:   He libado en tus pasteles,

extrayendo la miel de cada antera,

¡he llegado a coger tal borrachera

que me pierdo admirando tus paneles!

 

Has sabido sembrar tiernos vergeles

escogiendo la más rica cibera,

¡la mujer!, lo mejor que Dios hiciera!,

─ sírvanos como ejemplo tus planteles ─.

 

Y, es que pones un plato aquí en tu carta

que, a ver quien lo rechaza y lo descarta

aunque tenga muy flojo el apetito,

 

no siendo esto común, salvo excepciones,

de diversas y múltiples razones.

¿no es la mujer:  lo más dulce y bonito…?

 
 
 

ESPALDAR SUBLIME Y DELICADOS BRAZOS
 

Escogiste la flor de entre las flores

como tema de fondo a tu pastel,

con tus dedos y barras, sin pincel

amasaste el trasluz de los colores.

 

Como fondo usurpaste los albores

y el viento utilizaste por papel;

y un sublime espaldar plasmaste en él,

dejándolo latente entre verdores.

 

Y esos brazos que alzáronse hacia el cielo,

y esas manos que trepan por su pelo,

dan cumplido decoro a esta belleza;

 

y ese cuello, desnudo e inclinado,

dejan difuso el rostro y sombreado,

pero emanando amor y sutileza.

 

 
 

BROTE ANGELICAL
 

Brotas de entre las sedas nebulosas

cual Luna que jugara con el cielo,

nos dejas entrever tras ese velo,

las partes de tu ser más deleitosas.

 

¡Quién pudiera volverse unas follosas*

o una cinta de tul para tu pelo,

o un echarpe, collar, o algún pañuelo,

o al poder ser, mejor las cinco cosas!

 

¡Quién pudiera, tal cual Domingo hiciera,

palpar ese contorno, aun sin rozarte,

a su antojo, a su forma, a su manera!

 

Privilegiado aquél, que nada en arte;

y aunque nadar no sepa en albufera,

bien boga en su PASTEL de parte a parte. 

   * Calzas.
 
 
 
 

QUISIERA DAR LA VUELTA 
 

Otro envés a la vista más abierto,

paréceme la misma crïatura,

se congeló en mis ojos su figura

y su clisé me tiene siempre aserto.*

 

Esa joya sin funda, al descubierto,

moldeada entre manos y pintura,

e inocencia mezclada con dulzura

va irisando las rosas de ese huerto.

 

Y el tul, que de sus glúteos se derrama

te estimula a entrever un poliorama*

dejando al pensamiento rienda suelta.

 

Y el potro de tu mente va trotando

figurándose al irla rodeando,

¿qué tesoro hallaré, dada la vuelta…?

 

 
*Aserto: Acción de afirmar o aseverar.
*Poliorama: Fís, Especie de panorama, en que los diversos cuadros se superponen progresivamente…

 
Don Manuel Mejía Sánchez Cambronero 

Recordando

 
Una casa fría y vieja,
Vieja y destartalada,
Las paredes sin pintar,
Por sitios muy desconchada.

En la escalera que sube,
Hasta la segunda planta,
Hay escalones rotos
Y doblada la baranda.

Una mujer ya vieja,
Tan vieja como su casa,
Sube por las escaleras,
Su espalda esta encorvada.

Se apoya sobre un bastón,
La otra mano en la baranda,
Le pesan mucho los años,
Se nota que esta cansada.

Ella vive allí sola,
Sola y desamparada,
Porque los hijos que tuvo,
Todos le han dado la espalda.

Acaba de subir arriba,
Y se tiende en su cama,
Sube la mirada al techo,
Que no tiene ni una lámpara.

Y se queda así pensando,
Como fue en otro tiempo,
Cuando ella joven estaba,
Joven y recién casada.

Con su marido, sus hijos,
Cuando su casa estrenaba,
Las paredes relucían,
De tanto que las pintaba.

No tenía tiempo para ella,
Pero eso no importaba,
Porque toda su familia,
A ella la rodeaba,
Que días tan felices,
Como los añoraba.

Y pensando todo esto,
Para el cielo fue su alma,
Solo un suspiro, se fue,
Y dejo allí su casa,
esa casa fría y vieja,
Vieja y destartalada.

 
Pepi Padilla

¿Hay traición en la ternura?

          Tiernos y traidores es el título de un libro de Susana Fortes, publicado en 1999, al que no me voy a referir ahora, ni tampoco comentarlo; ni siquiera tomar algo de su contenido. Simplemente que su enunciado me viene a decir lo que el ser humano es algunas veces; no siempre, ni todos.
 
          La ternura, que posiblemente responda a algún estímulo de la infancia, se despierta de nuevo cuando los años avanzan hacia el final; ese final impredecible, pero irremediable. Es esa ternura que sobra, porque no se ha usado y hay que gastarla antes que sea tarde. A la contra, no se encuentra a quién la dé, si no es en algún rincón desconocido hasta el momento, donde salta esa chispa que prende en los sentimientos adormecidos. Es entonces cuando a quien reparte esa ternura, le pueden llamar traidor, sin pararse a sopesar la culpa que recae en quién se atreve a pronunciar la palabra: ‘traidor’.   
 
          La ternura se desboca, como el pantano que ha recibido tanto de los ríos con las lluvias de noviembre, que dice algún poeta, es el mejor mes para mostrar los sentimientos y darlos a los demás. Hay que aliviar el embalse para que no se rompa, destruyendo toda vida en su eclosión fluvial, como también hay que liberar la ternura, sin traición ni bridas, porque el mundo lo necesita, mientras a muchos les sobra.
 
          No hay traición siendo tiernos. Sí hay amargura no siéndolo. Y la amargura, no conviene ni aproxima.
 
          ¿Cómo era esa ternura de la niñez? Limpia, espontánea, necesaria, dulce… ‘Sin traición’. ¿Cuándo se convierte en Guadiana la ternura? Ese rio que nace y esconde su curso, para volver a renacer cuando los cielos lo riegan.
 
          Así, en la vida, la ternura nace perdiéndose con el paso del tiempo, para volver a brotar más allá de media vida, en la medida en que se la haya alimentado. Pero tiene que salir o reventar. Discurrir con solemnidad, sublimación; poco a poco: sin dolo.
 
          Ternura, traición, hombre, mujer, vida, ocasión, deseo, alimento, piel, roce, labios, frente, manos,… Todo debe estar dispuesto para promover, acoger, resguardar, cultivar… Dar ternura, en fin, esperando una respuesta de igual magnitud. Sin beber en el Leteo.
 
          Si no hay ternura, no hay humanidad, vuelos felices, cauces idílicos, sonrisas sinceras… No hay razones de vida real, hipotecadas por el egoísmo y la sombra que acompaña al ser iluminado desde dentro de sí mismo. No hay traición en la ternura. Si se tiene hay que darla, sin más; sin temor a ser tenidos por traidores.
 
 
Juan Martín-Mora Haba
Noviembre 2012